jueves, 7 de abril de 2011

Las gaviotas

Ricardo era un gran observador. Callado, miraba a su alrededor atentamente. Callado, porque honraba las palabras y si no había nada importante que decir prefería callar. Ricardo creía que el ser humano era una maquina de decir cosas sin sentido, entonces para evitarse los malos ratos de oír todo eso que no quería se refugiaba en el la playa cerca del mar. Allí no se quedaba en silencio. Le hablaba a las gaviotas sobre el hombre y sus deterioros. Sobre la venta ilegal de almas y el consumismo. Le hablaba del abandono a la moral y del suicidio de la ética.

Las gaviotas… nada. No hacían nada. Ni siquiera lo observaban.

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