El mundo no me deja ser como soy. Soy simple, transparente y boludamente buena. Pero tengo que ser rebuscada, jodida e inteligentemente vil.
"Es esta mi parte primitiva, desorganizada e innata de mi personalidad. Es mis impulsos, necesidades y deseos. Actúa respondiendo al placer y desconoce las demandas de la realidad.Mi inconsciente." (De algún modo: Sigmund)
miércoles, 24 de noviembre de 2010
lunes, 15 de noviembre de 2010
Mujer del caleidoscopio
Mucha lagrima vertida, mucho amor embarrado, mucho derrumbe en el corazón. Después de intentar reconstruirme por meses, llegué a la conclusión que no estoy preparada para el 15% del no que puede llegar a tener como respuesta. Me aplastaría contra el pavimento. Hoy prefiero prevenir. Cobarde. Cobarde.
viernes, 12 de noviembre de 2010
jueves, 4 de noviembre de 2010
Todo lo demás también
Quiero que el amor venga y me cague a trompadas. Para bien o para mal. En la cama o en el piso.
Jugando con Fuego
Franco no la quería ver más, ella era el vértigo constante en su vida. Pero compartían dos materias en la universidad. Entonces se sentaba adelante para no verla, o se arrancaba los ojos con una cuchara de postre cuando se sentaba atrás. Pero de tanto en tanto se ponía uno para espiarla. Lorena era irresistible para el. Lo seducían su sonrisa en forma de guirnalda, su vaho insoluble y su melancólica mirada.
Se pasaba la mayor parte de su tiempo delirando por ella con los sesos encendidos. Fuego, se prendía fuego por dentro. En el momento que más ardía se evaporaban sus razonamientos para convertirse únicamente carne y perdición. Entendiendo a la carne como la pasión desenfrenada. Entendiendo a la perdición como esas ganas locas de mirarla, besarla y tocarla constantemente. Franco deseaba el perenne de ese calor que lo invadía cuando Lorena en su imaginario le entregaba su amor. Entendiendo al amor como el sexo, y como el sexo al amor.
Se pasaba la mayor parte de su tiempo delirando por ella con los sesos encendidos. Fuego, se prendía fuego por dentro. En el momento que más ardía se evaporaban sus razonamientos para convertirse únicamente carne y perdición. Entendiendo a la carne como la pasión desenfrenada. Entendiendo a la perdición como esas ganas locas de mirarla, besarla y tocarla constantemente. Franco deseaba el perenne de ese calor que lo invadía cuando Lorena en su imaginario le entregaba su amor. Entendiendo al amor como el sexo, y como el sexo al amor.
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